martes, 18 de julio de 2017

Anatomía animal

anatomía de los mamíferos

Aparatos circulatorio y respiratorio[editar]

Para conseguir mayor eficacia de la respiración y distribución del oxígeno a las células, los aparatos circulatorio y respiratorio se vuelven más complejos que los de los reptiles. En primer lugar, el corazón se divide en cuatro cavidades, dos aurículas que reciben la sangre, y dos ventrículos que la expulsan.
De este modo, la sangre oxigenada procedente de los pulmones, llega a la aurícula izquierda y es distribuida a todo el organismo desde el ventrículo del mismo lado. La sangre que retorna del organismo carente de oxígeno, lo hace a la aurícula derecha, siendo impulsada desde el ventrículo correspondiente hasta los pulmones, donde se oxigenará y retornará nuevamente al corazón. Estos animales, por tanto, disponen de dos circuitos independientes para la circulación de la sangre, el pulmonar y el sistémico.
Pero además, los eritrocitos (glóbulos rojos) han perdido el núcleo de tal modo que el volumen desocupado permite una mayor cantidad de hemoglobina en el interior de la célula, aumentando por tanto la capacidad de transporte de oxígeno.
Tanto el corazón como los pulmones, son relativamente grandes en los mamíferos, ocupando la mayor parte de la cavidad torácica. En algunos grupos taxonómicos asistimos además a un aumento del volumen de los pulmones, como es el caso de los murciélagos, en los que éstos son proporcionalmente tres veces más grandes que en las especies terrestres. Los pulmones son unos órganos esponjosos que constan de una estructura ramificada de canales para la circulación del aire llamadas bronquiolos que desembocan en unos sacos de naturaleza epitelial, conocidos como alvéolos, en los que se produce el intercambio de gases (oxígeno y dióxido de carbono) entre el aire inspirado y la sangre. La estructura dendrítica de bronquiolos y alvéolos tiene como consecuencia un notable aumento de la superficie de intercambio, incrementando por tanto la capacidad respiratoria de los animales. Se considera que la superficie media de intercambio de gases en un humano, es más de 40 veces la correspondiente a la piel de todo su cuerpo.
Los bronquiolos van agrupándose y formando los bronquios, a través de los cuales el aire circula entre los pulmones y la tráquea que comunica con la cavidad buco-nasal mediante la laringe.

Mecanismos de adaptación[editar]

Adaptaciones para el vuelo[editar]

Para conseguir la energía necesaria para el vuelo, el corazón de los murciélagos sufre una evidente hipertrofiasiendo proporcionalmente más voluminoso que en el resto de los mamíferos, y sus células almacenan además mucho más glucógeno con lo que al generar más energía, consiguen enviar un volumen superior de sangre. Por otra parte el ritmo cardiaco de estos animales, varía en función de los requerimientos de oxígeno. Así, cuando van a comenzar a volar, puede llegar a latir entre 400 y 1.000 veces por minuto, y en momentos de relajación, puede descender hasta 20. El sistema vascular presenta esfínteres en los capilares que al cerrarse comunican directamente las arterias con las venas, aunque no se sabe exactamente cuándo los utilizan y por qué lo hacen. Por su parte en las venas de las alas, hay válvulas entre las cuales las paredes del vaso se contraen impulsando el retorno sanguíneo y contrarrestando la fuerza que el vuelo ejerce negativamente sobre las paredes venosasdificultando la circulación. Los pulmones también son muy voluminosos, aumentando así la superficie de intercambio gaseoso y con ello la efectividad de la respiración.

Adaptaciones para la vida acuática[editar]

Casi todos los mamíferos acuáticos tienen que hacer frente al problema de que el oxígeno respirable no es accesible en todo momento. En algunos casos, las inmersiones duran tiempos considerables, y los animales tienen que valerse de distintos mecanismos para no asfixiarse.
En primer lugar, la capacidad pulmonar de los animales acuáticos es superior a la de los terrestres, de tal modo que necesitan una menor frecuencia respiratoria. Por otra parte, para perder menos tiempo en el intercambio gaseoso con el exterior, la velocidad a la que vacían y llenas sus pulmones, es mucho mayor que en los animales terrestres. En concreto, el rorcual común (Balaenoptera physalus), con una capacidad pulmonar 3.000 veces mayor que la de un humano, tarda la mitad de tiempo que éste en vaciar y volver a llenar sus pulmones. Pero además, el aire almacenado en sus pulmones es utilizado en un 90%, en contraposición con el pobre 20% que aprovechamos los humanos en cada ritmo respiratorio.
Por lo que respecta al transporte y almacenamiento de oxígeno, cabe reseñar que la sangre de estos animales contiene un número considerablemente mayor de glóbulos rojos por unidad de volumen, aumentando la cantidad de hemoglobina y por tanto la capacidad de transporte sanguíneo de oxígeno. La mioglobina es una proteína capaz de almacenar el oxígeno en el músculo, y se halla en mayor proporción en las fibras musculares de los animales acuáticos que en los terrestres, de modo que el músculo puede funcionar durante más tiempo sin tener un aporte de oxígeno.
Y no sólo poseen mecanismos para incrementar la efectividad de los procesos respiratorios, sino que reducen considerablemente el gasto de oxígeno mediante la ralentización de procesos fisiológicos que no son esenciales durante la inmersión. Un ejemplo es la drástica reducción del ritmo cardiaco desde 85 a 12 latidos por minuto del elefante marino septentrional (Mirounga angustirostris) mientras bucea en busca de su alimento. Para evitar que el nitrógeno disuelto en el aire respirado se disuelva en la sangre cuando la presión es alta, evitando así la formación de burbujas en el torrente sanguíneo que podrían dar lugar a procesos embólicos, los cetáceosposeen una caja torácica flexible que por acción de la presión del agua cuando se sumergen, comprime los pulmones, desplazando el aire hacia el centro de los mismos, donde el intercambio gaseoso es prácticamente nulo, de tal manera que la cantidad de nitrógeno que pasa a la sangre es mínima.

Adaptaciones para la vida bajo tierra[editar]

La composición gaseosa del aire subterráneo difiere mucho de la existente sobre la superficie de la tierra, hasta el punto de que a unos pocos decímetros bajo la superficie, el nivel de oxígeno desciende hasta cotas próximas a las existentes en la cima de las altas montañas. En términos numéricos podemos aproximar que mientras que a nivel del mar, la proporción de oxígeno en la atmósfera es del 21%, bajo la superficie, puede no alcanzar el 6%. Al contrario ocurre con la de dióxido de carbono, calculada en un 0’03% sobre la superficie, y entre 0’5 y 13% en el subsuelo.
Realmente, los mecanismos de la fisiología respiratoria de los animales que habitan bajo tierra no están tan estudiados como en animales acuáticos. Pero existen algunas evidencias basadas en el estudio de algunas especies de rata-topo.
Los animales que habitan sobre la superficie recurren al incremento del ritmo respiratorio cuando la concentración de CO2 aumenta en la atmósfera, pero en los animales que viven bajo tierra, el ritmo parece ser más lento de lo normal. Estudios realizados en ratas-topo, dan como resultado altas concentraciones de bicarbonatos en orina, por lo que se piensa que ésta puede ser una vía de eliminación del CO2 respirado, aunque para ello tendría que ser vehiculado en sangre sin que se conozcan bien los mecanismos que evitan la asfixia.
Parece ser que los músculos, incluido el cardiaco, están dotados de un alto número de capilares, y sus fibras además, son ricas en mitocondrias. Por otra parte, son especies con una baja tasa metabólica y una capacidad de termorregulación limitada comparadas con las de otros mamíferos, situaciones que pueden ser provocadas precisamente por las especiales circunstancias atmosféricas en las que estos animales se desenvuelven.





Sistema nervioso[editar]

Si bien, las diferencias son notables entre el cerebro de un monotrema y el de un delfínido o un primateantropomorfo, en general, la masa cerebral de todos los mamíferos presenta una complejidad y un grado de desarrollo que no tiene comparación en el reino animal. A medida que avanzamos dentro de la clase hacia especies más evolucionadas, la corteza cerebral o substancia gris, considerada la parte noble del cerebro incrementa su volumen, a la vez que lo hace el número y complejidad de sus circunvoluciones. El volumen del cerebelo es también mayor en los mamíferos.
La actividad psíquica de los mamíferos es muy superior a la del resto de los animales, y en las especies más evolucionadas se aprecian rasgos de memoria e incluso de inteligencia.
El sistema nervioso de los mamíferos está muy desarrollado, resultando el más complejo de todos los vertebrados. Destaca especialmente el encéfalo (que puede ser lisencefalo o de superficie lisa, o girencefalo o de superficie con circunvalaciones), y en él se distingue el neopalio o corteza cerebral, en donde se centralizan y coordinan todas las funciones motoras y sensitivas; en los primates y el hombre alcanza su máxima complejidad.
El cerebelo está igualmente muy desarrollado. Se distinguen numerosos receptores sensoriales por toda la superficie corporal que permiten captar la presión, frío, calor, dolor, etc. En cuanto a los órganos de los sentidos, destacan el olfato y el oído como los más especializados; el olfato está muy desarrollado en la mayoría de mamíferos, los llamados macrosmaticos, en los cuales la agudeza olfativa predomina sobre otros sentidos, ejemplo de los carnívoros y ungulados (provistos de pezuñas). En el caso de unos pocos mamíferos, los llamados microsmaticos, esta capacidad olfativa es poco sensible o está muy devaluada, ejemplo de los primates o los que viven en el medio marino.
El oído es muy sensible; externamente presenta pabellón, oreja (éstos faltan en unos pocos mamíferos), y conducto auditivo externo. Internamente presenta el oído medio y oído interno. El oído medio consta de timpano, trompa de Eustaquio, ventanas oval y redonda, y la cadena de huesecillos (martillo, yunque y estribo) encargados de transmitir las vibraciones al timpano. El oído interno consta de lagena, coclea y utriculo, éste es parte del laberinto membranoso del oído de donde salen los tres canales semicirculares del equilibrio.
Los ojos, por su parte, están dispuestos lateralmente (vision monocular), salvo en la gran mayoría de los primates que son frontales (vision binocular). En ellos se distinguen variadas estructuras accesorias, tales como parpados, pestañas o glandulas lacrimales
el cerebelo es uno de los órganos más desarrollados por esta clases de animales.

Órganos de los sentidos[editar]

  1. Por lo que respecta a los órganos de los sentidos, tactoolfatovistagusto y oído son las principales armas de las que disponemos los mamíferos para ocupar los más altos niveles en la escala evolutiva, aunque su nivel de agudeza varía de unos grupos animales a otros, especialmente en función de las condiciones de vida de los mismos. Por otra parte, algunos de ellos, además, desarrollan otros sistemas de percepción sensorial como la ecolocalización, la magnetocepción o la electrocepción.

Tacto[editar]

Los tentáculos nasales del topo estrellado (Condylura cristata).
El tacto está más desarrollado en los mamíferos que en otros vertebrados, llegando a alcanzar en algunas especies suma importancia. Pelos y vibrisas amplifican la capacidad de las terminaciones táctiles distribuidas por la superficie del organismo de los mamíferos.
Este sentido adquiere una importancia notable para muchas especies que habitan bajo el suelo, pues encuentran pareja debido a la percepción de las ondas sísmicas producidas por los golpes dados con la cabeza contra el techo de la galería por otros congéneres. Así ocurre con los topos, capaces de sentir vibraciones de la tierra circundante que les permite localizar movimientos en todos los sentidos y direcciones.
Los elefantes acostumbran golpear el suelo con la planta de sus extremidades, posiblemente para provocar el mismo efecto sísmico, cuyas ondas se transmiten por el suelo, pudiendo ser captadas por otros individuos a varios kilómetros de distancia.
Pero además el tacto es esencial para las relaciones sociales entre los individuos de muchas especies. Los delfines se desplazan en manadas manteniendo contacto físico unos individuos con otros mientras lo hacen. El contacto físico entre la madre y sus crías adquiere una importancia notoria en la mayor parte de las especies, llegando a límites extremos en el caso de los marsupiales o de algunos placentados como las musarañas.
Por lo que respecta a la importancia que este sentido tiene en las relaciones entre individuos, es en los primates en los que se pone más de manifiesto. La mayor parte de las especies, sobre todo aquéllas más evolucionadas, presentan un comportamiento social con marcada estructura jerárquica, y las relaciones entre los individuos de cada grupo se establecen y mantienen por medio de un estrecho y persistente contacto físico consistente en acicalamientos, caricias e incluso abrazos.

Olfato[editar]

El olfato es uno de los más importantes sentidos en la mayor parte de las especies de mamíferos ya que no sólo les proporciona información de lo que está pasando; también lo hace de lo que ha ocurrido y de lo que está por venir por otro lado nos ayuda a oler lo que esta anuestro alrededor . En los humanos, está en continua regresión, basando nuestra relación con el exterior en los otros, y especialmente en la vista. Tampoco los cetáceos y otros mamíferos marinos desarrollan este sentido hasta el nivel que lo hacen la mayor parte de los terrestres, especialmente insectívoros y algunos carnívoros, en los que la propia anatomía de la cabeza hace intuir la importancia que tiene. El olor no es otra cosa que la estimulación química que determinadas sustancias, producen en el epitelio olfativo.
Parte de la mucosa nasal de la mayor parte de las especies mamíferas poseen células nerviosas especializadas capaces de transformar las señales químicas en corrientes eléctricas que son transportadas por los nerviosolfatorios hasta el cerebro, donde se traducen en olores.
Algunas especies como el caballo (Equus caballus) o el impala (Aepyceros melampus) poseen además células olfativas en la mucosa bucal, conocidas como órgano de Jacobson.
En una red de galerías subterránea, los animales que se alimentan de invertebrados, pueden hacer uso de este sentido para seguir los rastros olfativos que dejan sus presas, y con tal objetivo , algunas especies han desarrollado órganos especiales como ocurre con el topo estrellado (Condylura cristata).
También adquiere una importancia especial en los que se alimentan de geofitas, puesto que al no producir movimiento ni sonido alguno, sólo el olfato es útil para localizar el alimento percibiendo su aromo incluso a través de la tierra. De hecho, se ha comprobado que muchos roedores son capaces de cavar en línea recta entre un campo de y otro, lo que por un lado reduce el gasto energético al disminuir el trazado, y por otro evita pasar más de una vez por el mismo punto. Una vez que llegan a un área rica en alimentos, los túneles se ramifican para ampliar el área de cosecha.
Para muchas especies que pueblan la superficie el olfato es imprescindible para la localización de los alimentos. En general los animales oportunistas, los carroñeros, los insectívoros y los carnívoros siguen rastros olfativos procedentes de lo que podría ser un buen alimento, al igual que los que podrían convertirse en presas se sirven de él para detectar la proximidad de posibles predadores.
Y no sólo es esencial en la consecución del alimento o la seguridad preventiva, sino que también resulta ser un instrumento básico para establecer las bases de las relaciones sociales entre los individuos. Delimitar un territorio, conocer el estado de receptividad sexual de una posible pareja o reconocer a los individuos que forman el grupo o la colonia requieren de la participación de este sentido, llegando a extremos en los que un olor puede ser una eficaz arma defensiva como muestran las mofetas, o provocar que una hembra sea capaz de abortar, como les ocurre a muchos roedores, entre ellos el ratón doméstico (Mus musculus) con las feromonas de los machos.
El olfato está estrechamente relacionado con el gusto y en algunas especies acuáticas es sustituido de forma más eficaz por éste al ser capaz de detectar sabores transportados por el agua. La información proporcionada por este sentido, adquiere gran importancia durante la alimentación al ser procesada en el cerebro para preparar al organismo para la posterior digestión.

Vista[editar]

Casi todos los mamíferos tienen ojos, aunque la agudeza visual y la percepción de lo que las rodea, varía de unas especies a otras.
La vista humana es quizá la más compleja en lo referente a la especialización hacia la determinación de tonalidades en lugar de cambios en la intensidad de la luz como ha ocurrido en otras especies de la clase.
En la retina, distintos tipos de células captan la luz y la transforman en impulsos nerviosos (señales eléctricas) que, a través del nervio óptico alcanzan el cerebro.
  • Los bastones, son las células encargadas de diferenciar la ausencia de la presencia de luz visible (blanco y negro),
  • mientras que los conos, poseen fotopigmentos, capaces de captar las distintas longitudes de onda de la luz, traduciéndola en colores.
La capa de la mayoría de los mamíferos tiene colores o distribución de los mismos que tienden a camuflarlos, por lo que la capacidad del ojo de distinguir a sus semejantes, a presas o a depredadores por cambios de tonos con el medio circundante no ha sido tan necesaria como la de captar el movimiento de éstos para localizarlos y mantenerlos vigilados.
Así, la mayoría de los animales han evolucionado produciendo mayor cantidad de bastones en la retina, capaces de distinguir variaciones de intensidad de la luz que es realmente como se capta en el ojo el movimiento, mientras que algunas especies de primates, algunos roedores o carnívoros en los que la cantidad de conos en la retina es mayor, han conseguido colonizar los árboles y algunos de ellos además, alimentarse de frutos cuyo movimiento es escaso pero que, en cambio poseen variados y llamativos colores,
Otros, especialmente de hábitos nocturnos como numerosas especies de murciélagos, otros roedores o musarañas, parecen no poseer ninguna capacidad de visión en color, ya que los conos están prácticamente ausentes.
Entre unos y otros animales, la distinta proporción de ambos tipos de células, determina la capacidad de distinguir los colores, así como la gama de éstos, pues existen especies, como algunos felinos que aunque ven en color, sólo son capaces de distinguir una gama limitada de estos.
La vista es un sentido de importancia secundaria en los animales que viven enterrados llegando a tener algunas especies, como los topos, una fina piel cubriendo los ojos. También los delfines de río, habitantes de aguas turbias, manifiestan una notable atrofia ocular.
El campo de visión también es un factor a tener en cuenta si se quiere sobrevivir. Los mamíferos poseen dos ojos situados a ambos lados de la región frontal de la cabeza, y mientras que en unas especies se orientan completamente hacia delante, en otras lo hacen lateralmente uno a cada lado de la cara. Los campos de visión de cada ojo se superponen en mayor o menor medida, y en este espacio de confluencia, conocido como grado de binocularidad, es donde los animales perciben la imagen de manera tridimensional, ubicándola en el espacio correctamente.
También la existencia de un hocico más o menos prominente afecta al campo de visión de los animales y por tanto al grado de binocularidad.
Animales como las grandes ballenas o el elefante africano, que poseen los ojos situados lateralmente, tienen un escaso campo de visión tridimensional, mientras que los primates, y muchas especies arborícolas como los perezosos o los cuscús poseen los ojos situados al frente, superponiéndose el campo de visión de ambos ojos en la mayor parte del área, de tal modo que su visión es estereoscópica y la sensación de tridimensionalidad completa.
La visión estereoscópica está relacionada con la precisión en la coordinación de los movimientos, de modo que se hace mucho más necesaria en aquellas especies cuya supervivencia depende de la precisión de sus movimientos. Por regla general es más frecuente en animales arborícolas que en terrestres, y dentro de éstos, los predadores que tienen que fijar un objetivo en movimiento y dirigirse a él con precisión, poseen un grado de binocularidad mayor que las presas, que sacrifican la capacidad de visión espacial en pro de un mayor campo de visión que les permita vigilar más eficientemente la ubicación de los predadores.
Muchas especies nocturnas o sometidos a la oscuridad de los océanos poseen una capa de células en el fondo del ojo, conocida como tapetum lucidum, cuya finalidad es reflejar la escasa luz recibida en el ojo para amplificar la señal que recibirá la retina.
Resulta particularmente curiosa la existencia de órganos sensoriales capaces de detectar las radiaciones del espectro infrarrojo que los vampiros comunes (Desmodus rotundus) poseen alrededor de sus pliegues nasales, algo que parece esencial pues es posible que les permita identificar la sangre de sus presas brillando a través de la piel. También algunos félidos son capaces de procesar con su vista el espectro infrarrojo.

Oído[editar]

La complejidad anatómica del oído de los mamíferos hace suponer la capacidad auditiva de estos animales.
El oído de los mamíferos modernos está formado por un pliegue de piel y cartílago llamado pabellón auditivo o pinna externa (que por lo general está bajo cierto control muscular); una membrana timpánica relativamente pequeña, hundida en una fosa; una cavidad llena de aire denominada oído medio que contiene los tres huesecillos del oído medio; y el oído interno, incluyendo una espiral llena de fluido llamada cóclea.
El sonido que incide sobre la membrana timpánica la hace vibrar. Las vibraciones son recogidas por el más exterior de los huesecillos del oído medio, el martillo , el cual tiene un proceso manubrio) que contacta con el tímpano. El movimiento del tímpano transmite la vibración al manubrio y al resto del martillo, desde donde pasan (energía sonora) al yunque y de allí al estribo o stapes. Este último hueso vibra contra una ventana que se abre hacia el oído interno desencadenando el movimiento del fluido que se halla en la cóclea, que es detectado por las estructuras ciliadas y enviado al cerebro en forma de impulsos nerviosos.
En la práctica, la disposición del martillo, yunque y estribo funciona como un sistema de palancas que magnifica las vibraciones recibidas a nivel del tímpano, aumentando su amplitud a lo largo de la cadena. Las vibracionestambién son amplificadas mediante un sistema de pistón simple debido a que el área superficial del tímpano es mayor que la de la ventana hacia la cóclea.
Como ocurre con la vista, la existencia de dos oídos, situados a ambos lados de la cabeza, permite que pueda localizarse el punto de emisión del sonido dependiendo de la diferencia de tiempo al sentirlo por uno u otro.
El pabellón auditivo sirve de pantalla sobre la que se reflejan las ondas sonoras que acabarán penetrando en el oído. En los animales que habitan bajo tierra o los de hábitos acuáticos, el pabellón es inexistente o muy pequeño, y la abertura hacia el interior, puede está cubierta por piel o dotada de un sistema valvular, pero mientras que para los primeros el oído resulta ser de importancia secundaria debido a la dificultad que las ondas sonoras tienen para propagarse efectivamente por la tierra, los que habitan mares y ríos, particularmente los odontocetos (delfines) emplean el agua como un medio de difusión acústica consiguiendo transmitir la información a distancias que resultan imposibles a través del aire.

Otros mecanismos de percepción sensorial[editar]

Otras especies además, parecen poseer capacidades hipersensoriales para desenvolverse en el hostil mundo que les rodea. Cómo orientarse en medio de un laberinto tridimensional de túneles sin poder valerse de marcas visuales es otro de los problemas que han tenido que eludir los animales que habitan bajo tierra.
Experimentos en laboratorio han puesto de manifiesto en varias especies que si se les modifica el campo magnético, cambian la ubicación de los nidos dentro de la galería situándolos exactamente con la misma orientación que tenían antes de girarlo.
Por otra parte, recientemente se han aislado por primera vez en cerebros de mamíferos, estructuras neuronalesespecializadas en la recepción magnética, ya que ni la vista, ni el olfato, ni el oído son de mucha utilidad en este medio en el que, por otra parte, tampoco son abundantes los recursos alimenticios.

Comunicación y percepción[editar]

Las mofetas tienen un peculiar sentido de la comunicación olfativa.
La capacidad vocal de los humanos no tiene igual en la naturaleza.
El sentido del tacto adquiere una carácter fundamental en las relaciones sociales entre muchos primates.
El olfato desempeña un papel dominante en muchos aspectos de la ecología de los mamíferos, incluyendo la alimentación, el apareamiento y la comunicación social. Muchos mamíferos utilizan feromonas y otras señales olfativas para comunicar la información sobre su estado, territorio, identidad o estado reproductivo del individuo o del grupo; tanto entre individuos de la misma especie como de especies distintas.
Estas señales proceden de la orina, las heces, o de secreciones producidas por glándulas específicas.
Algunas especies además, como ocurre con las mofetas (Mephitidae) utilizan estos recursos como métodos defensivos contra posibles predadores especialmente sensibles a determinadas sustancias químicas.
Por regla general, la capacidad auditiva de los mamíferos está bien desarrollada, llegando en algunas especies a ser el más importante de los órganos de los sentidos. Algunas especies, sin embargo, disponen de una capacidad auditiva mermada como es el caso de las musarañas.
Además, muchas de las especies de la clase tienen capacidad vocal, esto es que son capaces de emitir distintos sonidos con significados concretos. El hombre (Homo sapiens) es la especie que más ha desarrollado este aspecto. Pese a esto, paradójicamente, la especialización ha dado lugar a la incapacidad de comunicarse vocalmente entre individuos de la misma especie, por el desarrollo de diferentes idiomas.
La comunicación oral es usada en multitud de situaciones: la comunicación habitual entre madres e hijos, entre compañeros de grupo o incluso parejas eventuales, y además en numerosos contextos sociales como puede ser para comunicar la identidad del individuo o del grupo, alarmar de la presencia de depredadores, agresiones directas, defensa de territorios, así como en el cortejo y otros aspectos de la reproducción.
Los mamíferos también perciben su ambiente a través de sensaciones táctiles tanto en el pelo como en la piel. Existen además pelos especializados (las barbas, bigotes o más correctamente vibrisas) con una función sensorial, que permiten a un animal saber cuándo está en contacto con un objeto en su ambiente externo.
La piel es también un importante órgano sensorial, con porciones de la misma especialmente sensibles a los estímulos táctiles, ayudando en funciones específicas como la alimentación, como es el caso de los dedos de los primates o los tentáculos nasales del topo estrellado.
El tacto también tiene muchas funciones relacionadas con la comunicación, y se asocia a menudo al comportamiento social como ocurre en el cortejo de muchas especies, entre ellas el hombre.
La visión está bien desarrollada en una gran cantidad de mamíferos, aunque en algunas otras es secundario o casi nula como ocurre en el caso de los animales subterráneos, acuáticos o voladores.
Muchos animales nocturnos tienen ojos relativamente grandes, bien desarrollados. La visión puede ser importante en la alimentación, los desplazamientos, el control horario o estacional, la comunicación, y casi todos los aspectos del comportamiento y de la ecología de los mamíferos.






Producción y regulación de la temperatura corporal[editar]

Los mamíferos son animales endotérmicos, es decir, son capaces de producir por sí mismos el calor necesario para que las funciones orgánicas puedan llevarse a cabo sin depender de las condiciones ambientales como ocurre con los reptiles, que han de obtener esta energía de fuentes externas como el sol (ectotermia).
Pero además, junto con las aves, son los únicos animales capaces de regular la temperatura de su organismo. El mecanismo de regulación de temperatura corporal, conocido como homeotermia, está mucho más desarrollado en los mamíferos, especialmente en aquellas órdenes que han sido sometidas a una mayor presión evolutiva. Así los monotremas, como la mayor parte de las aves, sólo son capaces de conseguirlo relativamente.
La temperatura normal de cada especie se mantiene dentro de un rango más o menos estable y que por norma general se halla entre los 36 y 41 ºC. Y para conseguir esta estabilidad, los mamíferos se sirven de dos complejos mecanismos: - la regulación de los movimientos musculares involuntarios. - la activación y desactivación de los distintos procesos metabólicos en la medida que lo necesitan.
Los mamíferos tienen la capacidad de producir movimientos involuntarios de los músculos que elevan la temperatura corporal desencadenando además procesos metabólicos que contribuyen a tal ascenso.
En el hipotálamo existe un centro termorregulador que da las órdenes oportunas al organismo, no sólo para elevar la temperatura ante condiciones ambientales frías, sino para descenderla si en el medio las temperaturas son excesivas. Así, además de desencadenar los mecanismos de temblor muscular o de erección del pelo que incrementa la capacidad aislante del mismo, y regular los niveles de actividad metabólica oportunos en cada momento, regula otros mecanismos que tienen como fin los efectos contrarios.

La respiración tiene lugar con el consiguiente intercambio de gases, incluido vapor de agua que desciende la temperatura interna del organismo. Es por esto que a medida que aumenta la temperatura la respiración se hace más rápida, permitiendo el mayor intercambio de gases y descendiendo la temperatura al mismo tiempo que se ventila la sangre.
Este mismo efecto tiene la vasodilatación de los capilares periféricos que tiene lugar cuando aumenta la temperatura ambiental. Estos mecanismos se ven reforzados con la sudoración que elimina agua del organismo depositándola en su superficie a la misma temperatura que el organismo. Esta agua acabará evaporándose con el consecuente enfriamiento de la piel y la sangre abundante que circula por los capilares dérmicos.

En los casos extremos en los que estos mecanismos no son suficientes, determinadas especies animales recurren a procesos fisiológicos complejos que conducen al aletargamiento del animal. El metabolismo se ralentiza y los fenómenos de respiración, pulso y ritmo cardíaco disminuyen hasta casi desaparecer. Estos fenómenos letárgicos se producen en condiciones climatológicas extremadamente adversas como los inviernospolares o los veranos en determinadas zonas desérticas del planeta y se conocen respectivamente como hibernación y estivación. Cuando las temperaturas ambientales se van volviendo tolerables, los animales recuperan lentamente su estado habitual y se normalizan todas las funciones animales.

Las especies de menor envergadura tienen mayores problemas para conseguir mantener la temperatura constante, ya que la relación entre la superficie corporal y el volumen es mucho mayor que en animales de mayor tamaño, por lo que la pérdida de calor será considerablemente mayor. Este problema es contrarrestado, por un lado con una hiperactividad capaz de generar calor abundante, y por otro aumentando el aporte energético por medio de los alimentos, tanto en cantidad como en calidad de los mismos. Pero la alimentación rica y copiosa no sería suficiente si estos animales no fuesen capaces de digerirla y absorber los nutrientes de forma urgente, por lo que a diferencia de los animales grandes, que tienen lentas digestiones, los pequeños mamíferos son capaces de asimilar de forma casi inmediata los nutrientes aportados por los alimentos.

Los animales que habitan aguas frías corren el riesgo de perder rápidamente la temperatura corporal. La densa capa de grasa subcutánea de todos ellos y el tupido y denso pelaje de muchas de las especies actúan de aislante térmico de manera muy efectiva. También la morfología corporal de estos animales tiende a reducir la superficie total, de tal manera que disminuye la pérdida de calor.

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